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Al comenzar el siglo XXI, la frecuencia, duración e intensidad de las olas de calor han aumentado significativamente. Los días 21 y 22 de este mes, la temperatura global registró un récord histórico durante dos días consecutivos. Las altas temperaturas pueden conllevar diversos riesgos para la salud, como enfermedades cardíacas y respiratorias, especialmente en poblaciones vulnerables como las personas mayores, enfermedades crónicas y sobrepeso. Sin embargo, las medidas preventivas individuales y grupales pueden reducir eficazmente los efectos nocivos de las altas temperaturas para la salud.

 

Desde la Revolución Industrial, el cambio climático ha provocado un aumento de la temperatura media global de 1,1 °C. Si no se reducen significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, se prevé que la temperatura media global aumente entre 2,5 y 2,9 °C para finales de este siglo. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha llegado a la clara conclusión de que las actividades humanas, en particular la quema de combustibles fósiles, son la causa del calentamiento global de la atmósfera, la tierra y los océanos.

 

A pesar de las fluctuaciones, en general, la frecuencia y la duración de las temperaturas extremadamente altas están aumentando, mientras que el frío extremo está disminuyendo. Los fenómenos combinados, como sequías o incendios forestales, que ocurren simultáneamente con olas de calor se han vuelto cada vez más comunes, y se prevé que su frecuencia siga aumentando.

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Un estudio reciente muestra que entre 1991 y 2018, más de un tercio de las muertes relacionadas con el calor en 43 países, incluido Estados Unidos, pueden atribuirse a las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero.

 

Comprender el impacto generalizado del calor extremo en la salud es crucial para orientar el tratamiento de los pacientes y los servicios médicos, así como para desarrollar estrategias más integrales para mitigar el aumento de las temperaturas y adaptarse a él. Este artículo resume la evidencia epidemiológica sobre los riesgos para la salud causados ​​por las altas temperaturas, su impacto excesivo en los grupos vulnerables y las medidas de protección individuales y grupales para mitigar estos riesgos.

 

Exposición a altas temperaturas y riesgos para la salud

Tanto a corto como a largo plazo, la exposición a altas temperaturas puede afectar gravemente la salud humana. Las altas temperaturas también afectan indirectamente la salud a través de factores ambientales como la disminución de la calidad y cantidad de los cultivos y del suministro de agua, así como el aumento del ozono troposférico. El mayor impacto de las altas temperaturas en la salud se produce en condiciones de calor extremo, y los efectos de las temperaturas que superan los estándares históricos son ampliamente reconocidos.

Las enfermedades agudas relacionadas con las altas temperaturas incluyen sarpullido por calor (pequeñas ampollas, pápulas o pústulas causadas por el bloqueo de las glándulas sudoríparas), calambres por calor (contracciones musculares involuntarias dolorosas causadas por la deshidratación y el desequilibrio electrolítico debido a la sudoración), hinchazón por agua caliente, síncope por calor (generalmente asociado con estar de pie o cambiar de postura durante largos períodos de tiempo a altas temperaturas, en parte debido a la deshidratación), agotamiento por calor y golpe de calor. El agotamiento por calor generalmente se manifiesta como fatiga, debilidad, mareos, dolor de cabeza, sudoración profusa, espasmos musculares y aumento del pulso; la temperatura corporal central del paciente puede aumentar, pero su estado mental es normal. El golpe de calor se refiere a cambios en la función del sistema nervioso central cuando la temperatura corporal central supera los 40 °C, que puede progresar a insuficiencia orgánica múltiple y muerte.

Las desviaciones de las normas históricas de temperatura pueden afectar gravemente la tolerancia fisiológica y la adaptabilidad a las altas temperaturas. Tanto las temperaturas absolutas altas (como 37 °C) como las relativas altas (como el percentil 99 calculado a partir de temperaturas históricas) pueden provocar altas tasas de mortalidad durante las olas de calor. Incluso sin calor extremo, el calor puede causar daños al cuerpo humano.

Incluso con el aire acondicionado y otros factores que influyen en el proceso de adaptación, nos estamos acercando al límite de nuestra adaptabilidad fisiológica y social. El punto crítico incluye la capacidad de la infraestructura eléctrica existente para satisfacer las necesidades de refrigeración a largo plazo, así como el coste de ampliar la infraestructura para satisfacer estas necesidades.

Población de alto riesgo

Tanto la susceptibilidad (factores internos) como la vulnerabilidad (factores externos) pueden alterar el impacto de las altas temperaturas en la salud. Los grupos étnicos marginados o el bajo nivel socioeconómico son un factor clave que influye en el riesgo, pero otros factores también pueden aumentar el riesgo de impactos negativos en la salud, como el aislamiento social, la edad avanzada, las comorbilidades y el uso de medicamentos. Los pacientes con enfermedades cardíacas, cerebrovasculares, respiratorias o renales, diabetes y demencia, así como quienes toman diuréticos, antihipertensivos, otros fármacos cardiovasculares, algunos psicofármacos, antihistamínicos y otros fármacos, tendrán un mayor riesgo de enfermedades relacionadas con la hipertermia.

Necesidades y direcciones futuras
Es necesario realizar más investigaciones para comprender los beneficios de las medidas de prevención y enfriamiento del golpe de calor a nivel individual y comunitario, ya que muchas medidas tienen beneficios sinérgicos, como los parques y otros espacios verdes que pueden aumentar la actividad deportiva, mejorar la salud mental y la cohesión social. Es necesario fortalecer la notificación estandarizada de lesiones relacionadas con el calor, incluyendo los códigos de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), para reflejar los efectos indirectos de las altas temperaturas en la salud, en lugar de solo los directos.

Actualmente no existe una definición universalmente aceptada de las muertes relacionadas con las altas temperaturas. Unas estadísticas claras y precisas sobre las enfermedades y muertes relacionadas con el calor pueden ayudar a las comunidades y a los responsables políticos a priorizar la carga sanitaria asociada a las altas temperaturas y a desarrollar soluciones. Además, se necesitan estudios de cohorte longitudinales para determinar mejor los diferentes impactos de las altas temperaturas en la salud según las características de las distintas regiones y poblaciones, así como las tendencias temporales de adaptación.

Es necesario realizar investigaciones multisectoriales para comprender mejor los impactos directos e indirectos del cambio climático en la salud e identificar estrategias eficaces para mejorar la resiliencia, como los sistemas de agua y saneamiento, la energía, el transporte, la agricultura y la planificación urbana. Se debe prestar especial atención a los grupos de mayor riesgo (como las comunidades racializadas, las poblaciones de bajos ingresos y las personas pertenecientes a diferentes grupos de alto riesgo), y se deben desarrollar estrategias de adaptación eficaces.
Conclusión
El cambio climático eleva constantemente las temperaturas e incrementa la frecuencia, duración e intensidad de las olas de calor, lo que provoca diversos efectos adversos para la salud. La distribución de los impactos mencionados no es equitativa, y algunas personas y grupos se ven particularmente afectados. Es necesario desarrollar estrategias y políticas de intervención dirigidas a lugares y poblaciones específicas para minimizar el impacto de las altas temperaturas en la salud.

 


Hora de publicación: 03-ago-2024